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El agustinismo de Jean-Baptiste Willermoz: La Trinidad y las tres facultades del alma.

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<< Publicado por "La Sincérité" - Logia Conservatorio de la Orden - D.N.R.F.-G.D.G. el 6 de septiembre de 2019 >>

Adentrándose en las magníficas profundidades de la Santa Trinidad, San Agustín (354-430) establecerá una correspondencia pertinente entre la Trinidad y las tres facultades del alma. Esta comparación, nada despreciable, será retomada en su totalidad por Jean-Baptiste Willermoz, que hará de ella un elemento importante de la doctrina de las Instrucciones Secretas, apoyándose enteramente en la concepción agustiniana para desarrollar su teoría de la degradación de las facultades que había encontrado anteriormente, pero de manera embrionaria, en Martinès de Pasqually.

Esto es lo que el obispo de Hipona escribiría sobre este punto: << La Santa Trinidad ha impreso su imagen en el alma y en sus tres facultades. Estas tres cosas, la memoria, la inteligencia, la voluntad, no son tres vidas, sino una sola vida; no son tres almas, sino una sola alma; por consiguiente, no son tres sustancias, sino una sustancia. Es por eso que estas tres cosas son una sola, formando una sola vida, una sola alma, una sola esencia, ya que en Dios las tres personas son una sola vida, un solo espíritu, una sola esencia divina. De la misma manera, la huella de la Santa Trinidad está en nuestro cuerpo, y en todos sus sentidos; por ejemplo, en la vista hay tres cosas: la cosa vista, la vista misma y la percepción del alma. (…) [1] >>

La demostración de San Agustín, de un prodigioso interés desde el punto de vista doctrinal, debe haber dejado su huella en Jean-Baptiste Willermoz. Esto se juzgará fácilmente por el siguiente pasaje: << En todas partes se encuentra la Trinidad. El número tres es propio para aclarar todas las dificultades, ya que contiene en él el principio, el medio, el fin: estas tres cosas lo son todo. Hay tres cosas en el culto a Dios: la adoración, el incienso, el himno; hay tres virtudes teologales: la fe, la esperanza, la caridad; hay tres partes en la penitencia: la contrición, la confesión, la justificación; hay tres buenas obras principales: la oración, el ayuno, la limosna; la aritmética enseña que hay un número tres en cada operación; la geometría nos muestra que hay tres cosas en todo: altura, longitud, anchura. El mundo es triple: existe el mundo angélico, el mundo humano, el mundo físico; hay tres jerarquías de ángeles, y en cada una de ellas tres órdenes. Tienen tres deberes: purificar, iluminar, perfeccionar. Tienen un triple conocimiento: el de la mañana, que está en el Verbo; el de la tarde, que es el conocimiento de las cosas en sí mismas; el del mediodía, que es la plena visión de Dios. Hay tres cosas en todo: la esencia, la virtud, la operación; o siendo la figura, el orden; en las composiciones están la materia, la forma y la unión (...) Hay tres órdenes en las cosas: el orden de la naturaleza, de la gracia, de la gloria. Hay tres causas: la causa eficiente, la causa formal, la causa final (...) La ley es triple: la ley natural, la ley de Moisés, la ley de Jesucristo. Hay tres cosas en el tiempo: el pasado, el presente y el futuro. Finalmente, Dios creó y dispuso todas las cosas de tres maneras: en peso, en número y en medida (Sap. XI, 21). Así es como la Santa Trinidad ha puesto su semejanza en todas las cosas, para que cada cosa, a su manera, pueda reconocerla y rendirle homenaje.* Todas las criaturas dependen de la Santa Trinidad, como los rayos dependen del sol; porque el Padre es de quien proviene toda la paternidad, ya sea en el cielo o en la tierra; del Hijo proviene toda filiación y la generación; del Espíritu Santo proviene todo el amor, toda la gracia, toda la libertad, todo don. Dios Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, viene a nosotros cuando nosotros vamos a él; él viene en nuestra ayuda, cuando nosotros vamos a él en su obediencia; el viene al iluminarnos, cuando nosotros vamos a él mirándole, viendo en todo Su voluntad; él viene a nosotros para llenarnos de bienes, nosotros vamos a él a fin de recibir de él esos mismos bienes. [2] >>

Una demostración admirable que se podría dar a meditar a cualquier nuevo Aprendiz del Régimen Escocés Rectificado, pero que, más ampliamente, todo cristiano debería recordar para esclarecer los fundamentos más esenciales de su fe.

  • Notas

[1] S. Agustín, Enchirid.

[2] S. Agustín, Tract. LXXVI en Juan.

Sobre el tema véase:

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Jean-Marc Vivenza, Les élus coëns et le Régime écossais rectifié, Le Mercure Dauphinois, 2010,

Apéndice I "La Santa e Indivisible Trinidad", pp. 263-292.

  • Esto no es una traducción oficial. Fuente:

https://lasinceritelogeconservatoire.dnrf-gddg.org/?p=417&fbclid=IwAR3rA6jBaMgaj0GEKRxYybVa5xS08MfmfidMl1aimlAwIIWbqBItYMdrTBM#_ftn1


Régimen Escocés Rectificado. Masonería Cristiana. Convento de las Galias de 1778 y de Wilhelmsbad de 1782.

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